domingo, 25 de noviembre de 2007

Unas 5.000 personas se manifiestan en Málaga contra la "lacra social" de la violencia hacia las mujeres

Unas 5.000 personas, según datos de la Policía Local, se manifestaron hoy por el centro de Málaga capital para protestar contra "la lacra social" que representa la violencia hacia las mujeres y para lanzar un mensaje dirigido sobre todo a las chicas jóvenes, de modo que "sean capaces de detectar la violencia y se atrevan a salir de ese círculo, sin tener que esperar de 10 a 12 años".

Así lo expresó Lola Rodríguez, presidenta de la Plataforma Contra los Malos Tratos a las Mujeres 'Violencia Cero' de Málaga, encargada de organizar esta manifestación con ocasión de la celebración hoy del Día Internacional contra la Violencia de Género. La marcha partió al mediodía de la plaza de la Merced y terminó en la de la Constitución, donde la periodista Inmaculada Jabato leyó un manifiesto.

En la manifestación podían verse lazos violetas en apoyo a las víctimas de malos tratos y rosas blancas en recuerdo de las mujeres asesinadas a manos de sus parejas o ex parejas, cuyos nombres aparecían también en algunos de los carteles que portaban los asistentes.

Asimismo, en la calle Larios se dibujaron sobre el pavimento siluetas que simulaban los cuerpos de las mujeres asesinadas durante 2007, en las que se podía ver la fecha en la que murieron y la edad que tenían y sobre las que se colocaron claveles rojos.

Con el lema 'Basta ya de terrorismo familiar', en la pancarta que abría la manifestación, y frases como 'No se mata a quien te quiere', los participantes, entre los que se encontraban cargos públicos de administraciones como la Junta de Andalucía, la Diputación y el Ayuntamiento; representantes de CC.OO. y UGT, y otros dirigentes políticos, mostraron su repulsa a la violencia de género, que este año se ha saldado con 69 mujeres muertas.

¡Invirtamos en Igualdad!

La Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la mujer, adoptada por la Asamblea general de la ONU en 1993, mostraba el reconocimiento y la comprensión internacional hacia ella, denunciando que era una violación de los derechos humanos y una forma de discriminación.
Catorce años después, en 2007, la violencia hacia la mujer adopta formas diversas y perversas, violaciones, prostitución, precariedad laboral, asesinatos por razones de honor, por la dote o mutilación genital, y está íntimamente vinculada a la desigualdad entre hombres y mujeres en los ámbitos social, económico, religioso, político y cultural.
Es un problema global y profundamente enraizado en todas las sociedades, y las medidas que se están tomando si bien contribuyen a visibilizar el problema y paliar situaciones, están lejos de conducir a la igualdad, única solución a la violencia de género.
Donde hay que incidir a fondo es en el sistema educativo, desde un enfoque laico; en los medios de comunicación, en las empresas y en las políticas de inmigración, para crear una sociedad de iguales en la que el cese de la violencia no sea una utopía. En nuestro Estado, el abordaje realizado mediante la Ley de Igualdad ha sido parcial, y además no ha contado con las inversiones presupuestarias y humanas que se necesitan. Desde el Gobierno del PSOE, que pone parches pero no profundiza.
Tenemos que convencer a la sociedad de que esta lucha por la igualdad y en contra de la violencia es imprescindible, aliarnos con las organizaciones de mujeres en el ámbito nacional e internacional, coordinarnos y actuar para eliminar la violencia de nuestras vidas. Romper los estereotipos sexistas, que propician la violencia de género; implantar la coeducación en nuestro sistema educativo; erradicar la prostitución que afecta a las más débiles, las inmigrantes; revisar las Leyes de Violencia y de Igualdad: en definitiva, dotarnos de políticas permanentes, presupuestadas y concretas dirigidas al logro de la igualdad, formando personas que las desarrollen. Éstos podrían ser elementos que condujeran a un avance real.
La violencia hacia las mujeres no constituye sólo un conjunto de sucesos esporádicos, ni limitados a la relación de pareja. Se trata de un problema con entidad política, fruto de una ideología patriarcal que vulnera los derechos humanos de las mujeres, obviando nuestra condición de personas, que limita nuestra autonomía y que en algunos casos acaba con nuestras vidas. En pleno siglo XXI no se puede seguir mirando hacia otro lado.

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